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abril 7, 2020Es muy probable que el impulso actual de modernizar las reglas del juego que ordenan el sistema electoral y político sea un resultado directo de la coyuntura política que vivió la sociedad guatemalteca en el 2015. En ese momento, los acontecimientos políticos seguramente propiciaron las condiciones para que se aprobara la llamada segunda generación de reformas electorales que condujeron a la actual Ley Electoral y de Partidos Políticos. Hoy los sujetos políticos y sociales se encuentran a dos años de distancia de aquellos acontecimientos que tambalearon la gobernabilidad y también al mismo período de tiempo a futuro para enfrentar un nuevo proceso electoral; en el medio se debate ya una tercera generación de reformas electorales sin haber implementado las aprobadas y que constituyen la normativa vigente. El 2015 se considera ya por algunos como el agotamiento de una era política y el punto de inflexión de una sociedad que transita hacia la transformación de su Estado luego de
haberse revelado su falla estructural y casi su fracaso.
Ese ímpetu seguramente reúne la conciencia y perspectiva de renovación del sujeto político formal, con la demanda social manifiesta de “cambiar esas reglas del juego”, ante lo que se considera un sistema fatigado. En este escenario, la pertinencia de cambiar la Ley Electoral y de Partidos Políticos se ha convertido en un punto de confluencia entre la visión de los bloques parlamentarios representados en el Congreso de la República o de los partidos políticos, y una demanda social creciente de la ciudadanía de ser tomada en cuenta como sujeto principal de esa reforma, en un contexto político y de gobernabilidad con alta sensibilidad. Hoy día es suficientemente claro que cambiar la normativa que rige el sistema de representación política de los ciudadanos y la vida de las instituciones políticas es uno de los pilares de la reforma política del Estado.
Con este contexto de la historia reciente de Guatemala, el Instituto Nacional Demócrata (NDI) presenta esta publicación que tiene por objeto central observar el comportamiento de ocho variables como principales ámbitos del sistema político electoral, a la luz y a la sombra del pasado evento electoral 2015 sucedido en un escenario de crisis política del Gobierno de turno. Para tal efecto se contó con la participación de ocho investigadores de renombre que durante el 2016 analizaron el sistema para producir una serie de hallazgos y recomendaciones que se constituyan en
un aporte que enriquezca los esfuerzos de actualización y modernización de un sistema que se halla en transformación.
Además, antecede un ensayo que pretende situar la evolución del Estado de Guatemala en su condición de informalidad regulada, la cual sirvió de marco para la evolución del sistema electoral. El documento también tiene la finalidad de integrar los ocho capítulos tratando de buscar respuestas a la siguiente pregunta: ¿Fueron las elecciones del 2015 la inflexión que anticipa el cambio en las reglas del régimen político electoral?