Los retos en el camino hacia un voto informado
agosto 21, 2023La legislatura 2020 ha sido uno de los actores políticos más activos. Desde largos debates y disputas en el pleno, hasta vetar acciones del presidente, el Congreso se mantiene como centro de atención en el contexto actual de la crisis del coronavirus. Pero, ¿qué significa todo esto para el cumplimiento de sus funciones? Una vez elegidos los diputados, se espera que cumplan con ciertas obligaciones, siendo una de estas la producción legislativa.
Esta última, se traduce en legislar. Sin embargo, uno de los obstáculos para que esto se dé suele ser la fragmentación en el Congreso. Giovanni Sartori (1992) establece que un sistema de partidos es fragmentado cuando tiene muchos partidos y ninguno se acerca al punto de tener una mayoría absoluta de curules. En la presente imagen, podemos observar la composición actual del Legislativo. Con 19 partidos y ninguno con mayoría absoluta, concluimos que se trata de un Congreso fragmentado. En este artículo se analiza la evolución de la productividad legislativa de enero a septiembre del 2020, reconociendo que esta última no necesariamente significa eficiencia o resultados positivos para el interés común. Asimismo, observamos que, a pesar de la fragmentación, la legislatura del 2020 comenzó siendo productiva. Sin embargo, a medida que el año avanza, llegar a acuerdos es más difícil y la producción legislativa disminuye.
Antes de adentrarnos en el análisis, debemos entender la productividad legislativa. El Congreso cuenta con tres funciones principales: representación y dirección política, producción de legislación, control y fiscalización. En este caso, nos enfocamos en la segunda. Se refiere a emitir, modificar o derogar leyes. También, incluye la presentación de acuerdos legislativos, puntos resolutivos y proyectos de resolución (Blanco y Batres, 2008). Se espera que dentro de un Congreso con altos niveles de fragmentación, la productividad legislativa sea menor, esto debido a conflictos de interés entre los congresistas, los costos de llegar a acuerdos y la poca gobernabilidad. Ahora bien, ¿será este el caso del Congreso 2020?
Parece ser que en los primeros meses de esta legislatura, la productividad no se vio afectada por la fragmentación. De enero a marzo, se reflejó una alianza favorable al partido oficial —Vamos— a partir de la votación de la Junta Directiva presidida por este. Es posible que esto diera marco a una producción legislativa estable, permitiendo la elección de los nuevos magistrados del Tribunal Supremo Electoral —TSE— y la aprobación de 6 iniciativas de ley. Entre estas vale la pena destacar tres por su relevancia y relación con la agenda política del Presidente Alejandro Giammattei: las reformas a la Ley de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo, Decreto 2-2003; el Protocolo de adhesión de la República de Guatemala al Tratado de Libre Comercio entre los Estados AELC y los Estados Centroamericanos, Decreto 5-2020; y la Ley de Emergencia para Proteger a los Guatemaltecos de los Efectos Causados por la Pandemia Coronavirus (Instituto Nacional Demócrata, 2020a).
Esta tendencia se mantuvo en abril y se intensificó por la crisis sanitaria derivada del coronavirus. Esto se refleja en la aprobación de 8 decretos, con el propósito de mitigar los efectos de la pandemia y la creación, por parte del Congreso, de 4 comisiones presidenciales encargadas de fiscalizar los fondos públicos destinados a atender la crisis. Asimismo, se presentaron, del 16 de marzo al 30 de abril de 2020, 41 iniciativas de ley por parte de los diputados de la actual legislatura (Instituto Nacional Demócrata, 2020b).
Todo parecía indicar que el Congreso estaba superando el obstáculo de la fragmentación, manteniendo una buena producción legislativa. No obstante, parece ser que, con la aprobación del rechazo al veto presidencial del Decreto 15-2020 – Ley de medidas adicionales de protección a la población de los efectos económicos provocados por la pandemia del COVID-19- la cooperación que se estableció comenzó a desvanecerse, junto a la alianza favorable al partido oficial. Asimismo, con la conclusión del primer periodo de sesiones ordinarias, en el mes de mayo, y las comisiones de trabajo dedicándose casi exclusivamente a la fiscalización de los distintos ministerios, la producción legislativa pasó a segundo plano (Instituto Nacional Demócrata, 2020c).
En junio, las dificultades para llegar a acuerdos internos en el parlamento se acentuaron, con las discrepancias para elegir a las nuevas y nuevos magistrados para la Corte Suprema de Justicia y Salas de Apelaciones (Instituto Nacional Demócrata, 2020d). Hasta el día de hoy, el procedimiento de elección sigue sin concretarse, una mayoría legislativa muestra desinterés o abierta oposición a avanzar con el proceso y las diferencias entre las y los diputados son cada vez más notorias, lo que constituye un reflejo de la marcada polarización del país en torno a la reforma de la justicia y el enfoque y resultados de la lucha contra la corrupción y la impunidad en el país. Con solo 6 decretos aprobados en junio y julio, y la extensión del Estado de Calamidad, la disminución de la productividad legislativa es un hecho (Instituto Nacional Demócrata, 2020e).
En agosto dio inicio un nuevo periodo de sesiones ordinarias. Sin embargo, la producción legislativa de ese mes y septiembre sigue siendo poca en comparación con los primeros meses del año. El último decreto aprobado fue la ratificación y prórroga del Estado de Calamidad a finales del mes de agosto (Instituto Nacional Demócrata, 2020f). Sin embargo, un mes después, el Presidente Alejandro Giammattei anunciaría el fin del Estado de Calamidad, a partir del 1 de octubre. Finalmente, vale la pena destacar que durante el mes de agosto se presentaron 13 iniciativas de ley, mientras que en septiembre la cifra llegó a 29 (Congreso de la República de Guatemala, 2020).
En resumidas cuentas, un análisis de la actividad del Congreso durante los primeros 9 meses del 2020 evidencia que, a pesar de la fragmentación, la legislatura comenzó siendo productiva —no necesariamente eficiente— de enero a abril. Sin embargo, a medida que el año avanza y la crisis por el coronavirus se extiende, llegar a acuerdos es cada vez más difícil y la productividad disminuye. Con un nuevo periodo de sesiones ordinarias en curso, nos queda observar si la productividad legislativa seguirá disminuyendo en los últimos meses del año.
* Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan la posición institucional del Instituto Nacional Demócrata.
Referencias
Blanco, L. y Batres, S. (2008). El Congreso de la República de Guatemala: estructura y funcionamiento. Revista ASIES, 3.
Congreso de la República de Guatemala. (2020). Listado Iniciativas. Recuperado de https://www.congreso.gob.gt/seccion_informacion_legislativa/iniciativas
Instituto Nacional Demócrata. (2020a). Dinámica Parlamentaria de enero a marzo 2020.
Instituto Nacional Demócrata. (2020b). Dinámica Parlamentaria abril 2020.
Instituto Nacional Demócrata. (2020c). Dinámica Parlamentaria mayo 2020.
Instituto Nacional Demócrata. (2020d). Dinámica Parlamentaria junio 2020.
Instituto Nacional Demócrata. (2020e). Dinámica Parlamentaria julio 2020.
Instituto Nacional Demócrata. (2020f). Dinámica Parlamentaria septiembre 2020.
Sartori, G. (1992). Partidos y sistemas de partidos. Madrid: Alianza